7 may 2012

Mannix. Breve historia de los gladiadores.


Breve historia de los gladiadores
Daniel P. Mannix
Editorial Nowtilus
Sangre, arena, sudor, gritos, vítores y jaleos…dolor, muerte. ¿Dónde encontrar esta truculenta combinación?, sin lugar a dudas los candidatos son el “Circus Maximus” y  el “Coliseo”, absolutamente majestuosos en su construcción como también crueles por los espectáculos que se ofrecían en su interior. Todo el territorio romano estaba salpicado de obras de estas características, de circos, mucho más humildes en tamaño pero igual de sangrientos.

Daniel P. Mannix, nos explica de una forma minuciosa y detallada que tipos de eventos se llevaban acabo en estos recintos y emplea para ello una extraordinaria forma de hacérnoslo llegar, teniendo todos los datos, utiliza a un personaje de ficción, aunque los nombres y profesiones si que son reales, y novela un ensayo histórico, el resultado es original y satisfactorio para el lector.

El autor nos traslada todo el salvajismo del que podían ser testigos, y hasta cómplices, los ciudadanos romanos  sobre ese arenoso tapete. El pueblo romano estaba ansioso de ese tipo de espectáculos, de saber que a pesar de ser de las clases mas bajas y pobres todavía había personas que estaban peor que ellas, así lo trataban, como un alivio, como un lugar en el que volcar sus fracasos e infortunios, buscar un porqué a sus penosas vidas, de las que solo podían decir que eran ciudadanos romanos.

A través de la pluma de Mannix nos adentramos en los entresijos de estos “juegos”, nos explica como se utilizaban como arma, como argumento para resolver conflictos políticos, y como estos mismos políticos buscaban el apoyo del pueblo ofreciéndoles sangre y arena, muerte y sufrimiento. Era en estos “juegos” donde muchas veces se decidía el futuro de Roma, donde un “don nadie” podía escalar posiciones en la escala social de una manera vertiginosa, y por ende si los “juegos” no eran del agrado de la muchedumbre perder todo su favor. Estos espectáculos también eran una fuente monetaria muy importante, muchísima gente vivía del sufrimiento de otras, los cazadores de animales, esclavistas e incluso los afamados generales romanos, aportando prisioneros para ser ejecutados en los “juegos”. La cantidad de oro que generaban es casi incalculable.

En estos “juegos” no se limitaban a ofrecer gladiadores combatiendo por su vida o como ellos decían y empleando un pequeño eufemismo, por la gloria, las limitaciones solo se encontraban  en su imaginación, y desde luego tenían mucha; cientos de gladiadores, delincuentes, prisioneros y animales salvajes, podían morir en el transcurso de unos “juegos”, pero también existían otros espectáculos mas dantescos si cabe, se organizaban violaciones de animales a mujeres atadas e indefensas, orgías con prisioneras de corta edad, personas siendo devoradas por animales o quemadas vivas.

Otra parte de los “juegos” era la increíble tecnología empleada para la época, y que aun hoy en día se desconoce exactamente como lograban por ejemplo, inundar el circo y organizar grandes batallas navales o montar un escenario gigantesco para simular una selva y organizar cacerías de los más exóticos animales, importados de los más recónditos lugares del vasto territorio romano.

Mannix nos explica quienes eran los diferentes combatientes en la arena o en las carreras de cuadrigas, los aurigas, bestiarius, essedarius, hoplomachus, retiarius o secutor entre otros muchos.  

Pero lo que realmente quiere trasmitirnos este ensayo es algo mucho mas lúgubre, mas inquietante, esos romanos, esos ciudadanos romanos no difieren de nosotros en nada, a ellos se les ofrecía un espectáculo y a nosotros otros, pero los nuestros simplemente están mas controlados…si en algunos deportes de contacto tuviésemos la seguridad de que alguno de los contendientes fuese a morir, sin duda alguna sería muchísimo mas popular. Infinidad de espectadores  que acuden a cualquier evento deportivo, lo hacen para soltar el lastre de sus frustraciones, soltar la bilis acumulada durante toda la semana, el día o el mes, y la descargan gritando improperios e incluso ejerciendo la violencia sobre sus congéneres; les satisface ver que otras personas también sufren.

Daniel P. Mannix es un afamado escritor y periodista, nacido en 1911 en Pennsylvania, autor de más de una veintena de libros, fue un viajero incansable y un personaje polifacético. Murió en 1977.

Desde este blog quiero dedicarle un humilde homenaje a uno de los mayores y mejores divulgadores que este país a conocido, Juan Antonio Cebrián (fallecido en el 2007), periodista, escritor, pero sobre todo amante de todo lo que hacía. Consiguió trasmitir toda su pasión a muchas personas a través de las ondas y de sus libros. Cebrián abre este ensayo con un magnífico y personal prologo.
Escrito por V.M.T

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